17th February 2020

Aguja 1: Todo lo que sucede a la vez

En la vida todo sucede a la vez, en el mismo plano, por eso es tan difícil captar un momento exacto en todos sus matices. Las herramientas de narración literaria que tenemos son sucesiones de planos, no un único e interminable plano donde todo sucede a la vez.

Cuando leemos vamos alternando entre las escenas escritas y aunque el propio juego de narración nos lleve a configurarlas como un todo simultáneo, el propio formato escrito nos envía tablas de salvación entre todo lo áspero y todo lo suave que sucede a la vez.

Me pregunto a menudo cómo romper eso. Cómo poder explicar por escrito que en paralelo a una conversación por chat suave, agradable, está el timbre de la puerta que suena y suena y suena y al que ignoramos todo lo que es posible. Y en el chat, una última mención a los ciervos.

Cómo explicar a mi madre explicándome a la vez que le han dado puntos en el Eroski mientras yo le señalo lo que no quiere ver, que su hijo le ha cogido el monedero sin ningún tipo de pudor, otra vez, que eso es robar, con los puntos o no, con billetes o no.

Que gastar 900 euros en 17 días no es normal, aunque pasara hace meses y parece que ya se nos haya olvidado. Que las historias antiguas que me cuenta mi madre y yo recopilo en mi memoria son su excusa-refugio para esconderse en mi habitación y escapar unos minutos, respirar.

Todo lo que sucede a este lado de la pantalla. Lo que nos hace vulnerables. Lo que nos hace fuertes. Lo que nos convierte en árbol de corteza gruesa. Insensibles, valientes, cobardes. El otro lado de la pantalla para no pensar y una risa pese a todo. La vida.